Lo que
sabíamos de Samana Wasi y de lo que allí se vivía era muy reciente y limitado.
Nos
movía mas la intuición que la razón. Algo nos decía que debíamos
estar en ese tiempo y lugar.
Luego
la vida nos demostró que era así.
Íbamos
al encuentro de Antón Ponce de León Paiva, el hermano Antón. Escritor de varios
libros:
“Y... el Anciano Habló”
“En
Busca del Anciano”
“El
Anciano en el Lago Sagrado”
“Descorriendo
el Velo de la Oscuridad Visible”
Antón Ponce de León Paiva
En
estas obras, el autor narra, especialmente,sobre las enseñanzas que recibiera
de los Ancianos Quechuas (Hermandad Solar de los
Intic Churincuna), que siguen
viviendo en la Aldea "A" escondida en las montañas andinas de Qosqo
(Cusco).
El
lugar, ubicado en un valle de Urubamba, impacta en cuanto llegas, con su poderosa
energía, lleno de vida, colores y aromas. Es uno de esos sitios imposibles de
olvidar. A todo lo anteriormente dicho hay que agregar las charlas de Antón, contando sus
experiencias con los ancianos, los trabajos espirituales, danzas, música.
No
solo él habla. Está también Amaru, Regia, Renée, Estelita y demás hermanas y hermanos,
informándonos sobre la cosmovisión andina, plantas curativas y mucho mas.
Es difícil sintetizar una semana de vivencias llenas de magia en pocas palabras escritas. Así que, mejor, vayamos a las fotos que nos serán de mucha ayuda.
Si quieres ver las fotos mas grandes, clica en las imágenes. Que por cierto son de aficionados, sin equipos caros, muchas veces, un poco fuera de foco o sobreespuestas, pero que representaban para el recuerdo, un buen momento vivido.
Estamos entre montañas.
Los quechuas llaman Apus a los humanos avanzados que, al morir, deciden quedarse para ayudar y habitan esas montañas. Tú que lees lo anterior, posiblemente creas que estas son simples creencias, pero te aseguro que estando allí se siente la presencia de los Apus.
Hostal de Samana Wasi, donde puedes hospedarte
y disfrutar de este lugar mágico.
Esto es lo que veía en cuanto me levantaba, mas o menos a las 6. Puedes imaginarte el aire que allí se respira?
Ten en cuenta que estamos a mas de 2.800 metros sobre el nivel del mar y eso se nota.
Uno de los lugares donde sentarse y disfrutar
Un simpático personaje que con curiosidad nos miraba
Muchas flores y perfumes, después de la lluvia.
Cuántas veces habré recorrido estos caminos, están en mis recuerdos
El buen observador podrá ver algún duende en este tronco
En este otro, el artista hizo un buen trabajo, haciendo visible lo que estaba sugerido
Al fondo se ven algun@s herman@s en la entrada al templo
Comedor de Samana Wasi
En primer plano, la piedra movediza. Uno de los trabajos propuestos era equilibrarla.
Al fondo, el Yachay Wasi, Casa del Saber en quechua, donde recibimos diariamente las enseñanzas de Antón y otr@s herman@s.
Carmen con el gong.
Antón hace maravillas con este instrumento
Interior del Yachay Wasi
Algunos instrumentos
Herman@s esperando una charla
no era fácil encontrar el lugar sin gente
La entrada del templo donde los domingos se hacen ceremonias donde concurre gente del lugar
Practicando una danza energética
Carmen con Carmina y Gabriel.
Una parte importante de la experiencia vivida esos días fue el relacionarnos con nuestr@s herman@s,
procedentes de diferentes países.
Carmen y Estrella
Zhanna, Maritza y Carmen
Este es el "Rincón tecnológico". Un lugar del comedor donde aprovechando el wi fi, nos conectábamos con el "resto del mundo", que, con el correr de los días se nos hacía un poco irreal.
En la foto: Celia, Marc, Gabriel y yo.
Bonitas risas de Celia y Gabriel
Walter, campeón del equilibrio, aconsejando a Zhanna .
Zhanna, luego de conseguir equilibrar la piedra, festejando
junto a Estrella.
Interior del templo, donde tuve el inmenso honor de ser parte de la ceremonia
Regia y yo
Carmen y yo, en el templo
Carmen, Carmina, Gabriel y yo.
Carmen, Diego, Maritza, Ana y un hermano que nos visitó ese día
y no recuerdo su nombre
Carmen con Raul, el papá de Silvia.
Carmen y yo junto a Antón, en el comedor
Con Antón, luego de la Iniciación.
En ese momento me sentía flotando.
Al fondo se ve la casa donde viven Antón y Regia
El agua y su canto, recorre Samana Wasi
Dice Antón
de Samana Wasi
Este
hogar -ubicado a dos kilómetros de la ciudad de Urubamba, a dos horas de
Machupicchu, Nueva Maravilla Moderna del Mundo, Valle Sagrado de los Incas y a
sesenta kilómetros de Cusco, Perú-, nació como una misión familiar por la
necesidad de proteger a niños y ancianos desvalidos. Transcurrieron tantos años
desde que empezamos, los niños se hicieron jóvenes, algunos aún están con
nosotros, otros caminando por la tierra con sus propios pies, aprendiendo a
vivir! Todos, tenemos una misión, la mía, es servir a niños y ancianos abandonados:
Servir a la comunidad. "Los dos extremos olvidados de la vida (niños y
ancianos) son nuestro futuro". "Hay que servir a la necesidad"
"Sin servicio no hay crecimiento" "Hacer, es la principal
actitud del hombre" "A la Tierra hemos venido a ser felices. Yo
decidí serlo ¿y tú? " .
Es
importante decir que Samana Wasi no habría existido ni habría cumplido su
misión sin la presencia de Regia, mi esposa, madre de todos los niños. Su
presencia fue y sigue siendo fundamental para esta recuperación integral de
todos los niños que estuvieron y que ya partieron jóvenes y una ancianita,
Delfina, que vivió con felicidad hasta el último momento gracias a los cuidados
y cariño de Regia. Este es un homenaje a la mamá.
Esto es
Samana Wasi, muy cerca a Machupicchu, Ollantaytambo, Pisac, Chinchero, Maras
Moray, es decir, todo el Valle Sagrado de los Incas.
Como
Samana Wasi necesita apoyo económico, se creó dentro de ella, un pequeño Hostal
Guest House que ponemos a tu servicio.
“Desde
que conocí a los Ancianos Quechuas (Hermandad Solar de los Intic Churincuna),
que siguen viviendo en la Aldea "A" escondida en las montañas andinas
de Qosqo (Cusco)- comprendí que todos los humanos tenemos una misión: la mía
era clara, servir, recuperando integralmente a niños y ancianos abandonados de
mi país, el Perú. Es así que con la aceptación de mi padre Antonio, empecé la
construcción de la primera casa a la que llamamos posteriormente "la Casa
Grande", para recibir en ella a los niños que llegarían en el futuro.
La
falta de experiencia me hizo pensar que la casa estaría lista en unos meses,
pero la práctica, fundamentalmente por la falta de recursos económicos, me
demostró que nos llevaría más tiempo de lo pensado. Es así que transcurrieron varios
años y en 1989 la casa estaba ya lista para recibir a los niños, es decir con
los muebles y enseres adecuados y necesarios. Fue un acontecimiento muy
importante en mi vida pues tenia también la aceptación de mi esposa Regia, sin
cuyo apoyo no hubiera sido posible la materialización de este proyecto que
desde ese momento se convirtió en una misión familiar.
Hicimos
la ceremonia de inauguración con presencia de familiares, nuestros, amigos y
autoridades locales. Así, nació Samana Wasi como un Hogar Familiar para los
niños y ancianos desamparados.
Llegamos
a recibir hasta veinticinco niños legalmente, es decir, la autoridad
correspondiente judicial nos los entregó con documentos. Sin embargo, llegaron
once más en diferentes momentos ya mayorcitos y algunos jóvenes buscando apoyo
y protección para continuar estudiando o culminar sus profesiones. Algunos de
los últimos permanecieron muy poco tiempo con nosotros, pues simplemente se
habían extraviado o fugado de sus hogares.
También
llegaron dos ancianas en diferentes momentos. Felizmente los hijos, jóvenes, de
una de ellas se la llevaron (¡qué bueno!). La otra, a la que llamamos Delfina,
se quedo con nosotros más de diez años. Nunca supimos su edad ni su verdadero
nombre. Fue "una hija" más para nosotros, pues nos llamó desde el
comienzo papá y mamá... Tuvimos pues, una hija mayor que nosotros... Nos dejó
el 2 de noviembre del 2007...
En la
actualidad, la comunidad Samana Wasi, está conformada por toda mi familia”.
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